Nos miramos a los ojos,
pienso, ¿por qué tenemos que morir?,
por una guerra que no es nuestra
una guerra que han creado por dominio.
Mi vida será igual de pobre
gane quien gane,
¿Por qué tengo que matar a este joven?
¿Por qué tengo que morir yo?
Si cuando lleguen nuestros cadáveres a casa
o los dejen aquí,
su familia llorará por él
mi familia llorará por mí.
¿Por qué tengo que morir por un disparo?
Por unas leyes, unos dogmas que no he creado
por un Dios que el hombre ha predicado
a su imagen y semejanza,
sin saber si existe un Dios.
El único Dios que existe en una guerra,
se llama vencer.
El egoísmo de sentirse un Dios, sin ser,
simplemente matar por poder.
Para qué servirá mi muerte,
mi verdugo como mucho
una lágrima derramará,
y yo en mi último suspiro
una lágrima, dejaré caer.
Cuanta razón, el poder es como una apisonadora que lo devasta todo
ResponderEliminar